CUENTOS FANTÁSTICOS
La magia y la fantasía se dan la mano en estos cuentos fantásticos presentados por Mundo Primaria. Adentrarte en el maravilloso mundo de la lectura junto con tus hijos y enséñales la importancia de leer mientras desarrollan su imaginación.
Los cuentos fantásticos presentan a los niños nuevos mundos, personajes y formas de vida que, por ser nuevos y diferentes al suyo, tendrán que recrear en su mente con pocas referencias. Además, las situaciones narradas en los cuentos fantásticos para niños les divertirán con sus escenas increíbles y asombrosas, con toques de magia que harán las historias fantásticas aún más apasionantes. En los cuentos fantásticos todo es posible, por ello, son perfectos para potenciar la imaginación y creatividad de los niños. ¡No hay límites!
Todos los tipos de cuentos cortos para niños que puedas imaginar
Además de revisar y adaptar cada cuento corto para niños, hemos pensado que sería de gran ayuda tanto para padres como para docentes, ofrecer una clara organización de nuestra biblioteca de cuentos infantiles para que puedas encontrar el relato y la historia que te apetece o leer, o si lo deseas, te puedas dejar llevar y disfrutar navegando entre las distintas secciones de cuentos cortos para niños que hemos preparado para ti. ¿Con cuál empezarás?
En Mundo Primaria nos encantan los cuentos infantiles y sabemos de primera mano que a los pequeños de la casa (y a los que no son tan pequeños) les encanta embeberse en cuentos maravillosos que relatan fascinantes historias en lugares increíbles, llenos de aventura, magia y personajes peculiares
Los cuentos son una de las mejores formas de enganchar a la lectura a los más pequeños. Además de ser el vehículo perfecto para poder tratar temas complejos como el miedo, la ira o la avaricia o incluso sirven para educar en valores (amistad, lealtad, coraje).
Por suerte, hay cientos de cuentos cortos infantiles en el mundo, muchas historias son de sobra conocidas, pero otros cuentos maravillosos están por descubrir para el público general. ¿Y qué pasa con los cuentos que son conocidos en un país, pero que no conocemos? Hay cientos de historias y relatos que se han transmitido de generación en generación, y han llegado hasta nuestros días, pero que no han salido de sus fronteras.
Lo bueno de Internet, es que podemos investigar, traducir y adaptar cientos de cuentos cortos escritos en otros lenguajes para que puedas conocerlos y disfrutarlos.
Un cuento es una narración de poca extensión que presenta hechos ficticios. ... La definición, sin embargo, no es demasiado precisa, ya que la mayoría de los cuentos se basa en situaciones o personajes sobrenaturales y, sin embargo, no todos son calificados como fantásticos
un ejemplo de cuento corto es ´´El cuento de los 3 chanchitos
Había una vez tres hermanos cerditos que vivían en el bosque. Como el malvado lobo siempre los estaba persiguiendo para comérselos dijo un día el mayor:
- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos escondernos dentro de ella cada vez que el lobo aparezca por aquí.
A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo respecto a qué material utilizar. Al final, y para no discutir, decidieron que cada uno la hiciera de lo que quisiese.
El más pequeño optó por utilizar paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar después.
El mediano prefirió construirla de madera, que era más resistente que la paja y tampoco le llevaría mucho tiempo hacerla. Pero el mayor pensó que aunque tardara más que sus hermanos, lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte con ladrillos.
- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó el cerdito.
Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces apareció por ahí el malvado lobo. Se dirigió a la de paja y llamó a la puerta:
- Anda cerdito se bueno y déjame entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y el lobo empezó a soplar y a estornudar, la débil casa acabó viniéndose abajo. Pero el cerdito echó a correr y se refugió en la casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.
- Anda cerditos sed buenos y dejarme entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, dijeron los dos
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
El lobo empezó a soplar y a estornudar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para derribar la casa, al final la madera acabó cediendo y los cerditos salieron corriendo en dirección hacia la casa de su hermano mayor.
El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer porque la casa no se movía ni siquiera un poco. Dentro los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su hermano y cantaban alegres por haberse librado del lobo:
- ¿Quien teme al lobo feroz? ¡No, no, no!
Fuera el lobo continuaba soplando en vano, cada vez más enfadado. Hasta que decidió parar para descansar y entonces reparó en que la casa tenía una chimenea.
- ¡Ja! ¡Pensaban que de mí iban a librarse! ¡Subiré por la chimenea y me los comeré a los tres!
Pero los cerditos le oyeron, y para darle su merecido llenaron la chimenea de leña y pusieron al fuego un gran caldero con agua.
Así cuando el lobo cayó por la chimenea el agua estaba hirviendo y se pegó tal quemazo que salió gritando de la casa y no volvió a comer cerditos en una larga temporada.
- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos escondernos dentro de ella cada vez que el lobo aparezca por aquí.
A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo respecto a qué material utilizar. Al final, y para no discutir, decidieron que cada uno la hiciera de lo que quisiese.
El más pequeño optó por utilizar paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar después.
El mediano prefirió construirla de madera, que era más resistente que la paja y tampoco le llevaría mucho tiempo hacerla. Pero el mayor pensó que aunque tardara más que sus hermanos, lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte con ladrillos.
- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó el cerdito.
Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces apareció por ahí el malvado lobo. Se dirigió a la de paja y llamó a la puerta:
- Anda cerdito se bueno y déjame entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y el lobo empezó a soplar y a estornudar, la débil casa acabó viniéndose abajo. Pero el cerdito echó a correr y se refugió en la casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.
- Anda cerditos sed buenos y dejarme entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, dijeron los dos
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
El lobo empezó a soplar y a estornudar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para derribar la casa, al final la madera acabó cediendo y los cerditos salieron corriendo en dirección hacia la casa de su hermano mayor.
El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer porque la casa no se movía ni siquiera un poco. Dentro los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su hermano y cantaban alegres por haberse librado del lobo:
- ¿Quien teme al lobo feroz? ¡No, no, no!
Fuera el lobo continuaba soplando en vano, cada vez más enfadado. Hasta que decidió parar para descansar y entonces reparó en que la casa tenía una chimenea.
- ¡Ja! ¡Pensaban que de mí iban a librarse! ¡Subiré por la chimenea y me los comeré a los tres!
Pero los cerditos le oyeron, y para darle su merecido llenaron la chimenea de leña y pusieron al fuego un gran caldero con agua.
Así cuando el lobo cayó por la chimenea el agua estaba hirviendo y se pegó tal quemazo que salió gritando de la casa y no volvió a comer cerditos en una larga temporada.
CUENTO DE PINOCHO CORTO
Estaba el anciano Gepeto en su pequeño y desgastado taller de juguetes entretenido tallando una nueva marioneta, con una pieza de madera de pino que un amigo le había regalado.
El juguete quedó precioso: un niño de madera con una nariz algo afilada que lo hacía distinto a todos los muñecos que Gepeto había hecho.
El anciano suspiró mientras observaba, con ternura, la marioneta – ¡Cómo me gustaría tener un hijo al que poder dar todo mi cariño! –
Lo que él no sabía era que el Hada Azul escuchaba atentamente sus peticiones, pues ya llevaba tiempo queriendo ayudar a aquel bondadoso anciano.
Gepeto terminó de pintar y dar los últimos retoques a la marioneta y se fue directo a la cama.
En ese momento, el Hada Azul abrió su mano y, con un suave golpe de su barita mágica, hizo que Pinocho pudiera moverse y hablar – Pinocho, seguirás siendo de madera hasta que me demuestres tu bondad y honradez.
Pepito Grillo, que había escuchado atentamente todo lo que el Hada decía a Pinocho, se convirtió en la voz de su conciencia y, así, prometió al Hada que ayudaría al pequeño muñeco de madera a convertirse en un niño honrado y bueno.
A la mañana siguiente, Gepeto se despertó y se encontró a su precioso muñeco bailando y dando saltos de alegría por toda la habitación.
El anciano, lleno de alegría, abrazó al pequeño y le prometió que lo cuidaría y le daría una buena educación.
Sacó una jarra llena de monedas que tenía ahorradas y se fue a comprar los libros y materiales para su querido hijo.
Una vez hubo comprado todo lo necesario, mandó a Pinocho a la escuela – Es importante que seas un niño estudioso y por eso irás a la escuela como los demás niños. Pórtate bien y vuelve directo a casa al acabar las clases –
Pinocho cogió el libro que su padre había comprado y se fue directo a la escuela.
Pero, por el camino, conoció a un niño muy divertido, que se llamaba Polilla. Éste lo convenció para que no fueran al colegio.
– Vente conmigo. Hay una función de marionetas justo a la vuelta de la esquina –
Pepito Grillo intentó convencer al muñeco para que no fuera, pero Pinocho sólo tenía oído para su nuevo amigo.
Cuando llegaron al teatro, el director de la función quiso que Pinocho actuase – Vamos, sal al escenario. Seguro que a todos les encanta ver una marioneta que se mueve y canta como tú lo haces –
Pinocho fue directo al escenario y comenzó a cantar y a bailar – ¡Qué divertido es esto! – pensó el muñeco.
Poco a poco, el muñeco comenzó a sentir el cansancio y tuvo la necesidad de volver a casa junto a su padre Guepeto, pero el malvado director del teatro lo encerró en un cuartucho para que no pudiera regresar – No dejaré que esta marioneta se escape. Me servirá para hacer de este teatro el más famoso de la ciudad -.
Pepito Grillo había permanecido escondido, a sabiendas de que nada bueno iba a pasar juntándose con ese señor.
Aprovechando un descuido del director, Pepito Grillo robo la llave del cuarto y consiguió sacar a Pinocho del lío en el que se había metido por desobedecer a su padre.
– Pinocho, si sigues portándote así de mal, nunca conseguirás convertirte en un niño de carne y hueso. –
Cuando llegaron a casa, Gepeto preguntó a su hijo por el libro que le había comprado.
Pinocho se dio cuenta de que se lo había dejado en el teatro, pero no quiso decir la verdad, así que se inventó una historia – Pues veras, papá, unos chicos me lo robaron y, al intentar recuperarlo, me perdí y no pude ir al colegio –
Con cada mentira que Pinocho decía, su nariz crecía y crecía y parecía que nunca iba a parar.
Pepito Grillo comenzó a reírse – Pero Pinocho, ¿quieres dejar de inventar historias…? –
Pinocho alzó la mirada y vio la cara de tristeza de Gepeto. En ese momento se arrepintió y contó toda la verdad a su padre, recuperando así el tamaño de su preciosa y divertida nariz.
– Te prometo, Papá, que no voy a volver a mentirte nunca más y voy a ser un buen estudiante –
Y así lo hizo. Durante mucho tiempo, Pinocho cumplió su promesa, haciendo tremendamente feliz a su padre.
Sin embargo, una tarde, cuando regresaba a casa de hacer unos recados, se encontró con su amigo Polilla.
– ¿Qué haces ahí, Polilla? –
– Estoy esperando al carro que lleva a la Isla de los Juegos. Deberías venir conmigo. Allí, los niños no tienen que obedecer a nadie, pueden jugar todo el tiempo que quieran y comen tantas golosinas como desean –
Pinocho no se lo pensó mucho y, al ver a su amigo subido en el enorme carro repleto de niños, se subió.
Cuando el carro arrancó, Pinocho se fijó en los dos burros que tiraban de él. -¡Qué cara de tristeza tienen! – pensó Pinocho.
Pepito Grillo saltó al carro, pues sabía que un lugar como la Isla de los Juegos, no podía ser muy real. – Estoy seguro de que algo raro esconde ese lugar. ¡Este chico siempre metiéndose en líos! –
Aunque el grillo intentó convencer a Pinocho para que bajase del carro, el muñeco no quiso hacerle caso.
Cuando llegaron a la isla, todos los niños gritaban y jugaban. Era un lugar increíble, lleno de atracciones que jamás dejaban de funcionar.
Pasaron los días y Pepito Grillo se dio cuenta de que los niños que estaban allí se iban convirtiendo en burros. Todo aquello era una trampa del malvado conductor del carro. El plan era convertir a todos aquellos niños en burros y después venderlos para ganar mucho dinero.
Pepito Grillo corrió para advertir a Pinocho, pero cuando llegó, el muñeco lloraba desconsolado pues le habían aparecido unas enormes orejas de burro. Además, su amigo Polilla se había transformado por completo en un burro.
– No llores más, Pinocho, tenemos que salir de aquí lo antes posible – Dijo el grillo.
Los dos salieron corriendo de aquel lugar y no pararon hasta llegar a su hogar.
Pinocho abrió la puerta rápidamente gritando – Papá, papá, ya estoy aquí, perdona por haberme marchado…-
Pero nadie contestó. La casa estaba vacía. Entonces, una paloma apareció llevando en su pico una carta. En ella, Gepeto explicaba que había ido en busca de su querido hijo con una pequeña barca que lo llevaría a la Isla de los Juguetes. Pero, por el camino, una ballena lo había tragado y se encontraba atrapado dentro del enorme cetáceo.
– ¡Qué he hecho! Por mi culpa mi padre está en peligro – dijo Pinocho mientras se levantaba con aire decidido – ¡No permitiré que nada malo le suceda! Me voy en su busca, ¡Lo traeré de vuelta! –
Pepito Grillo se metió en el bolsillo de su amigo y, juntos, partieron en una vieja barca en busca de Gepeto.
Llevaban unas cuantas horas navegando, cuando se toparon con la enorme boca de la ballena y, en un santiamén, los engulló, junto a otros diminutos pececillos.
Cuando aquel monstruo marino cerró la boca, todo se quedó oscuro. Pero a lo lejos se podía ver una luz muy tenue que parecía provenir de una vela.
Pinocho sabía que esa luz era de su padre y comenzó a gritar – Padre, padre, soy Pinocho –
Gepeto, al escuchar la voz de querido hijo, alzó la vista para comprobar que no estuviese soñando – Pinocho, ¿eres tú de verdad? –
Pinocho consiguió llegar junto a su padre. Acariciando su anciana mano, le dijo – Si padre, soy yo, he venido a rescatarte. Perdóname. –
Mientras padre e hijo se fundían en un gran abrazo, Pepito Grillo se sentó sobre una caja de madera que también había sido engullida por la ballena.
Pinocho se giró y, al ver a Pepito Grillo, dijo – ¡Ya sé cómo vamos a salir de aquí! Pepito, dame esa caja de madera. Vamos a quemarla con el fuego de la vela. Cuando la garganta de la ballena se llene de humo, seguro que tiene que toser y respirar. Entonces, nosotros aprovecharemos para salir de aquí. –
Y así ocurrió. Cuando la ballena empezó a toser y a estornudar, los tres salieron disparados y comenzaron a nadar hasta llegar a la orilla del mar.
Una vez en tierra, casi sin aliento, Pinocho se sinceró y contó a su padre todo lo que le había sucedido y le prometió que nunca más volvería a fallarle.
De vuelta a casa, se les apareció el Hada Azul.
– Pinocho, has demostrado tener un gran corazón al rescatar a Gepeto. Además, has sido muy honrado al contar a tu padre todo lo sucedido. Por ello, te mereces convertirte en un niño de carne y hueso-.
Y ,agitando su barita, transformó al pequeño muñeco en un niño de verdad.
Así fue como Pinocho, Gepeto y Pepito Grillo se convirtieron en una familia y fueron felices para siempre.
FIN
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